NUEVO MUNDO

Valle Martín

17 de mayo – 24 de junio
Exposición comisariada por Guillermo Espinosa

En “Nuevo Mundo” Valle Martín aúna los conceptos de territorio, paisaje y arquitectura en una misma materia discursiva. Su cámara se detiene en la fundación histórica del núcleo urbano de Playa de las Américas como un hito de ordenación urbanística, diseño arquitectónico y alteración del entorno en las islas. Sus tres primeros edificios, los escogidos por Martín como eje central de este proyecto, se construyeron en 1967. Los apartamentos Acapulco, Copacabana y Viña del Mar, por aquella época colosos exentos de una arquitectura que podríamos definir como racional-pragmática, rodeados por un desértico paisaje de parcelas definidas, aceras sin edificios e hileras de palmeras importadas, están hoy absorbidos por la realidad circundante. No son sino unos más entre todo tipo de edificaciones, algunas similares y otras contradictorias. Al retratarlos casi sesenta años después, en medio de una tensión medioambiental y social creciente, Valle Martín logra captar no ya ese glorioso apogeo o nefasta decadencia, según señalen respectivamente apologetas o críticos, sino su realidad más puramente documental: lo que aparece en sus imágenes es exactamente lo que hay. Bello o feo, amable o desagradable, acogedor o disuasorio, íntimo o estremecedor, estético o simplemente utilitario… Valle Martín no está aquí para decirnos qué debemos pensar, ni en términos medioambientales, ni sociopolíticos ni económicos. Como la creadora de imágenes que es, busca obsesivamente la belleza. Plantea minuciosamente la horizontalidad o verticalidad de la imagen, el encuadre y la composición de volúmenes y líneas, la reproducción última de todos los matices de una luz evanescente. Trata las edificaciones, incluso su fragmentación, con un inusitado respeto. Ni las considera arquitectura de primer orden ni arquitectura basura; no hay prejuicio en su mirada. Solo la voluntad de realizar una constatación documental que sirva también para el futuro: que fije el presente de un territorio en su propia memoria y en la de los demás. Generar una narrativa que incluya varias preguntas sin el deber de dar ninguna respuesta.

“Nuevo Mundo” se concibe como un viaje de la noche al día. Fotografiar la arquitectura en el momento en que desaparece de la mirada o en el que nadie la mira. Allí donde el paisaje se difumina y la actividad de su hábitat se retarda, un momento asociado culturalmente al tránsito: entre el sueño y la vigilia, lo irreal y lo real, lo que muere y lo que nace, lo que está oculto y lo que se revela. Un descubrimiento. Ese Nuevo Mundo sostenido en la trascendencia de lo épico (la conquista humana de un territorio y el sometimiento de lo natural por la vía del progreso) pero también en la poderosa lección que el tiempo nos da a través de la memoria: nada es inmutable. Lo viejo se renueva periódicamente y lo nuevo envejece inevitablemente. Martín tiende puentes históricos, incluso simbólicos, en el uso y la explotación del territorio insular. En última instancia, su proyecto local da pistas sobre una verdad a escala planetaria: la preeminencia del colonialismo en la gestación de la globalización. El vínculo simbólico de Canarias con el proceso colonizador no se ha roto, tan solo ha cambiado sustancialmente.

Playa de las Américas no se llamó así por capricho, sino en base al recorrido histórico de circunvalación hacia la Gomera realizado por las tres carabelas de Colón, antes de continuar hacia la desconocida América. El primer trazado y la concepción general de su núcleo urbano, desarrollados en torno a 1966-67, se le encargó al ingeniero griego Constantinos Apostolou Doxiadis, que venía de ejecutar su plan para Río de Janeiro, por aquel entonces la principal ciudad del turismo internacional y modelo definitorio para una actividad que avanzaba hacia posiciones nunca vistas: ya no sería de élites e individuos, sino social y de masas y con una perspectiva abiertamente global favorecida por la enorme evolución del tráfico aéreo y las comunicaciones. El turismo se estaba convirtiendo en una cosa totalmente nueva y distinta, para bien y para mal. Valle Martín aprovecha estas circunstancias para resaltar, con una narrativa visual impecable, la esencia misma de la arquitectura turística y su inevitable vínculo histórico con un tipo de política económica que ha modelado profundamente el territorio insular desde el siglo XVI hasta hoy: la explotación en monocultivo. Como antaño se hizo con la patata, el tomate, la cochinilla y el plátano, todos productos que llegaron de América y se asentaron en el territorio como una fórmula de explotación mercantilista, el turismo se ha convertido en el nuevo monocultivo de las Canarias. Y lo hizo de la mano de estas ciudades vacacionales, ensayadas en este modelo de Playa de las Américas casi pionero y con sus propias reglas estéticas. Un modelo que continua en expansión y que, al menos en nuestro territorio, cuenta con una respuesta social que quiere empezar a discutirlo, tras años de opaca defensa empresarial e institucional.

En este camino hacia la luz que las fotografías de Valle Martín proponen se reconoce un gesto de liberación. En un sentido metafórico, al haberlo fotografiado en este preciso y controvertido momento de respuesta social, parece apelar a un deseo de iluminar una realidad en absoluto menor en la historia del territorio canario. No hablar de ello no hace desaparecer la cuestión, y ahí entra el uso simbólico y ajeno de estas imágenes. Podemos asumir este proyecto como una invitación urgente a un diálogo, o la constatación del fracaso de cualquier participación civil en el territorio. Eso solo el tiempo nos permitirá comprobarlo.

Guillermo Espinosa